miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capítulo 17 (perdón por el retraso)

Va avanzando la tarde y Raquel y yo seguimos intentando hacer deducciones sobre mi sueño. La verdad, sospecho que estamos perdiendo el tiempo, pero al menos tengo la mente ocupada. Ha pasado todo tan rápido que como me ponga a darle vueltas a los líos de la noche anterior voy a acabar con un dolor de cabeza de récord.
Xin Yi ni participa mucho en la conversación, pero de vez en cuando se pone borde con Raquel, como intentando que se vaya. Al cabo de un rato, me canso de escucharlas discutir y le replico a Xin.
-¿Pero qué te ha dado? Déjala, que no nos estorba... Mírala, a lo mejor de estar con nosotras en el jardín se pone algo más morena, tanta biblioteca no sienta bien.
-¿En qué mundo de luz y color vives, Katia?
-¿Qué es lo que pasa?
Xin Yi pone los ojos en blanco y empieza a decir cosas de todo menos normales, al menos para mi mente despistada:
-A las 6 el canario vuela, libre él, no libre la compañía... como les pille el halcón se va todo a tomar por saco...
-¿Quién le vende la droga, Katia? -se burla Raquel de ella. Xin Yi le contesta con un gesto no muy educado.
-¿De verdad que no te enteras o te estás haciendo la tonta?
-No me entero.
Empieza a hablar bajito a toda velocidad, supongo que me está poniendo verde. D verdad que yo no me entero de lo que está pasando, y lo del canario me ha dejado K.O.
-Nada más que por fastidiar no me pienso despegar de vosotras en toda la tarde, sigue maldiciendo todo lo que quieras.
-Que patada en la boca te voy a dar un día de estos. Más te vale estar calladita. -entonces, aunque no muy tranquila por la presencia de nuestra nueva amiga, me recuerda que esta madrugada habíamos quedado con Axel a las 6.
Como son las cinco y media y vemos que no nos podremos quitar a Raquel de encima, decidimos permitirle que nos acompañe a donde suponemos que le íbamos a encontrar. En realidad no dijimos ningún sitio, pero nosotras vamos a las pilas de cascajo.
Esperamos allí, pero pasa cosa de media hora y no aparece nadie. Al final, decidimos irnos.
Raquel parece sospechar que la hemos engañado para deshacernos de ella o algo, pero sus dudas flaquean al vernos discutir sobre qué habría podido pasarle. A lo mejor se le ha olvidado o ha tenido que hacer algo... a saber.
No tenemos noticias de él en toda la tarde, aunque tampoco esperábamos tenerlas. Cenamos con Gema y Raquel y nos acostamos temprano. Puede que yo haya dormido hasta tarde, pero me acosté a las tantas y tengo mucho sueño.
Habría estado durmiendo hasta más de las diez si no hubiese aparecido Sor Estefanía pegando voces a las siete y media:
    • ¡Hernández, Yie, arriba! -como odio que me llamen por mi apellido- Ha venido a por vosotras Pepe el Afilador.
Las dos nos levantamos de un salto al escuchar el nombre. Pepe el Afilador en realidad ni se llama Pepe ni es afilador, pero su padre se llamaba Pepe y su madre era una inmigrante Noruega y le pusieron al niño un nombre típico de allí. Como nadie sabe pronunciarlo, le llaman Pepe. Su oficio real es agricultor y tiene una buena cantidad de terrenos. Ahí entra en acción el miedo que le tenemos los chiquillos y no tan chiquillos. Nunca da a basto para cuidar tantísimo terreno y los padres a veces le mandan a los “niños malos” para que le ayuden.
-¿Está está usted de coña?
-Cuidado con su vocabulario, Katia. Y que sepa que yo NUNCA bromeo.
A partir de ahí las cosas ocurren bastante de prisa. Nos ponemos unos uniformes viejos bajo las miradas de odio de nuestras compañeras recién despiertas y bajamos a la cocina detrás de Sor Estefanía. Allí, Sor Remedios nos da un bocadillo de jamón y dos botellas pequeñas de agua a cada una. Después salimos a la calle, donde aún es medio de noche. Pepe se despide de la monja y nos estrecha la mano a las dos.
-Encantado, yo soy Merigodtreschlov -ve que nos quedamos las dos con los ojos abiertos como platos y se ríe- Me podéis llamar Pepe.
-Encantada, yo soy Katia.
-Buenas, yo soy Xin Yi.
-Se me van a olvidar, te lo advierto. Si os digo María y Lola no os lo toméis a mal. -Ignora la cara de resignación de Xin Yi y continúa hablando- Vamos a ir a mis terrenos de Cijuela, pero antes tengo que pasarme a recoger a otro par de vándalos. Lo digo de broma, no os considero mala gente. Entiendo que a vuestra edad os apetezca salir a divertiros.
-Espere, ¿no querrá decir que van a venir también Axel y Christian? -por la forma de la que ha hablado Pepe, sospecho que sí.
-¿Así se llaman? Más nombres raros, les pienso llamar Antonio y Manolo.
Me resulta graciosa la costumbre de Pepe de cambiar los nombres de la gente, y no me importa tampoco demasiado volver a ver a Christian. Ya sospechaba que tendría que encontrarme de nuevo con él. Aunque no creo que pueda perdonarle del todo.
El reencuentro no es especialmente desagradable, todos intentamos hacer como si no hubiese pasado nada y hablamos con el Afilador sobre lo que vamos a hacer mientras nos lleva en su furgoneta. Al parecer nos va a poner a quitarle hierbajos a un barbecho.
Cuando llegamos, a penas si podemos pararnos a hablar, es cierto lo de que Pepe tiene muchísimo terreno y queremos acabar lo antes posible para no volver mañana. Las pocas palabras que intercambiamos es para quejarnos de que alguien nos está echando lo que arranca encima.
Avanzamos muy lentos, solo hacemos una cuarta parte del terreno entre los cinco. Cuando al fin vamos cogiendo velocidad, Pepe nos para porque hace demasiado calor. Cansados, nos sentamos todos bajo un roble y empezamos a comer.

-¿Sabéis niños? Hay un cuento sobre que este roble tiene poderes para devolver la vista a los ciegos, si queréis os cuento la historia.
Aunque los chicos se quejan de que no les gustan los cuentos de hadas, Pepe decide contárnoslo de todas formas. El cuento me suena lejana mente, pero no sé de qué.
Hace la tira de años, había en La Paz (pequeña aldea perteneciente a Fuente Vaqueros) una mujer que se quedó viuda. Tenía dos hijos, Leal y Desleal a los que después de la muerte de su marido no podía mantener.
Un día, la mujer tomó la difícil decisión de pedirles que se fuesen de casa, para que ellos pudiesen buscar una vida mejor que la que tenían con ella. Antes de que se marchasen, le dio a cada uno un pedazo de pan duro y un trozo de queso.
Cuando ya llevaban varios kilómetros recorridos, a ambos empezaron a rugirles las tripas. Desleal le propuso a su hermano que parasen a comer, primero se comerían la comida de Leal y después la suya.
Eso hicieron y después continuaron caminando. Al atardecer, volvió a darles hambre y Leal le pidió a su hermano que parasen a comer.
“Pues la verdad, no sé lo que piensas comer tú. Que tonto eres, anda que darme tu comida...” le dijo Desleal a Leal.
Leal, ofendido, le contestó: “ Eres tan malo de nombre como de espíritu, hermano”
Desleal, enfurecido por las palabras de su hermano, le arañó la cara, dejándole los ojos inservibles. Dejando a Leal ciego, su hermano se marchó diciendo que ojalá le comiesen las fieras del bosque.
Leal, asustado, subió a ciegas al árbol que más cerca tenía y se sentó en la rama más alta. Desde allí, escuchó pisadas que se acercaban y paraban bajo el árbol. Pasado un rato, alguien con voz ronca habló a los demás:
-Buenas noches, animales del bosque.
-Buenas noches, señor oso
-Como ya sabéis, estamos aquí como todos los años en la noche de San Juan, para contar las cosas que han ocurrido en otros lugares donde hayamos estado. ¿Alguien quiere contar algo? Adelante, conejo:
-He escuchado que el rey tiene una hija ciega y sordo-muda. Lo que no sabe es que si restregase las hojas de este árbol con el rocío de la mañana por los ojos de su hija, esta recuperaría su visión. Además, la señora Ardilla sabe como hacer que recupere el oído y la voz.
-Sí, sí. Dicen que en una ermita cercana, bajo el tercer escalón de la entrada hay un sapo. Si la princesa comiese sus ancas recuperaría la voz y la audición.
-Por cierto -intervino una araña-, yo he escuchado que en el castillo hay un terreno muy seco en el que no se puede cultivar. Parece mentira que no se hayan enterado de que si sacan las cadenas de oro que hay al fondo del pozo las plantas volverían a crecer allí.
Y así transcurrió la noche, entre cotilleos de los animales del bosque, que no sabían que Leal les escuchaba desde lo alto del roble. Cuando empezó a amanecer los animales se marcharon, y Leal buscó una hoja a tientas. La frotó contra sus ojos y de pronto recuperó la visión. No solo eso, los ojos se le pusieron mucho más bonito y podía ver más lejos.
Bajó del árbol y decidió ir al castillo del que había hablado el conejo. Consiguió hablar con el rey, y este le prometió que si le devolvía la visión a su hija, le acogería en el palacio.
Así fue como a la mañana siguiente, Leal guió al rey y a la princesa hasta el roble y procedieron a frotar las hojas con rocío en los ojos de la muchacha, que recuperó la visión.
“Majestad -le dijo Leal al rey-, también se como devolverle la voz y el oído a su hija”
El rey, que ya confiaba en Leal, decidió escucharle y fue junto a él a la ermita. Levantaron las tablas del tercer escalón de la entrada y sacaron de allí al sapo, cuyas ancas se comió esa noche la princesa. Tal y como habían dicho los animales, recuperó la voz y empezó a oír.
Para rematar la faena, Leal le contó al rey lo de las cadenas de oro en el fondo del pozo. A la mañana siguiente, las sacaron y todas las plantas de los terrenos de alrededor del castillo germinaron.
El monarca, agradecido, casó a Leal con su hija. Pero este no se olvidó de su hermano, al que mandó buscar y acogió en el palacio. Porque Leal era, como todas las buenas personas, capaz de perdonar.
-Bueno, chicos ¿os ha gustado la historia?
Incluso Christian y Axel le habían escuchado atentamente, aunque se dice que los cuentos de hadas son para niños pequeños, este había sido precioso. La verdad es que me ha hecho sentir optimista, y la moraleja sobre el perdón ha hecho que deje de sentir rencor hacia Christian. Siento, como dice la canción, que volverá la suerte a nuestro lado.

-------------Nota de la autora---------------
Disculpad el retraso, gente, pero tuve que investigar sobre el cuentecito este que he puesto. Mi padre no se acordaba del final y he tenido que preguntarles a mis abuelos.
Supongo que pensaréis que soy una plasta y que estoy loca si creo que os interesa el cuento. Lo primero es que aunque poca, tiene relación con nuestra historia. Lo segundo es que es mi cuento de hadas favorito, así que no os metais con él.
Por cierto, este cuento, aunque con algunas modificaciones, aparece en un libro del año "catapún" con otro montón de fábulas. El caso es que me gustaría saber que historias aparecen en este libro y conocer la moraleja real (esta se la he puesto yo, porque nadie se acordaba de la buena). Si alguien tuviese el libro, os agradecería mucho que os pusierais en contacto conmigo (no para comprarslo ni nada de eso).
Se llama Rueda de Lecturas, y debe de ser como MÍNIMO de hace 41 años, auqnue no lo tengo muy claro. Preguntad a vuestros padres/madres, si no es molestia. Gracias.
La canción es Volverá la suerte, de Amaral. Nada más, nos vemos el viernes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario