lunes, 28 de noviembre de 2011

Capítulo 23



        No tengo tiempo de darle muchas vueltas a mi última reflexión, porque Pedro le pisa a fondo al acelerador y nos llevamos todos un buen susto.

         Debemos de ir al menos a 140 kilómetros por hora, los coches nos pitan cuando los esquivamos. Si la policía no nos había reconocido aún, seguro que ya no les pasamos desapercibidos. Lo peor es que ya no debe de quedar mucho trayecto de autovía hasta Almuñécar (creo que vamos a esta ciudad), y si cogemos una carretera secundaria a esta velocidad nos vamos a estrellar seguro. Entonces, los pocos que consigamos sobrevivir tendremos el futuro que imaginé antes.

-      ¡Papá, reduce la velocidad, que voy a vomitar!

Miro a Jessica, que va a mi lado con la cara verdosa. Me aparto asqueada, pero cuando cogemos una curva al salir de la autovía salgo disparada hacia ella (llevo el cinturón, no penséis mal) y ocurre lo inevitable.

Vomita encima de la alfombrilla lo que parece ser la comida de un mes., aunque por un poco consigo no mancharme. Aun así, el olor me revuelve el estómago a mí también. No soy la única a la que afecta el vómito de Jessica,  Christian empieza a quejarse también:

-      Mira, Pedro, yo sé que estás completamente loco y que no voy a poder razonar contigo –dice con tono de necesitar mucha paciencia-, pero por tus dos hijas a las que vas a matar, ¡bájanos de aquí, coño!

-      Tú, niño, no te me pongas chulo. Llegas a no ser el novio de Jessica y te habría soltado ya dos bofetadas y te habría dejado tonto.

Xin Yi, que va delante con Pedro y Christian nos mira buscando ayuda. Jessica y yo estamos completamente paralizadas, ella por el mareo y el pánico, yo solo por la segunda razón. En cambio Axel rebusca en una mochila amarilla que había llevado todo el rato a los pies. De ella saca una cajita y un mechero. Saca un cigarro de la caja y lo enciende, eso sí que no me lo esperaba.

-      ¡No me miréis así, que no es para mí! –se lo da a Christian, y antes de que podamos pensar que es para él, se lo da a Pedro.

El hombre le da una calada mientras que un humo de olor empalagoso que asegura que el cigarro no es tabaco se extiende por la furgoneta.

La verdad es que no me convence la idea de drogarle, aunque se haya tranquilizado un poco. Según dijo antes Christian, está loco y llevar un loco fumado conduciendo a toda velocidad por carreteras llenas de curvas… en fin, no me gusta demasiado.

Miro a Axel, que normalmente es un chico prudente pidiéndole una explicación sobre su decisión. Se ve que no quiere que Pedro escuche lo que me va a decir, porque saca una libreta de la mochila y escribe:

Era un plan de emergencia, por si se ponía muy mal la cosa, está todo previsto.

Como su explicación no me convence, le quito el bolígrafo y le contesto:

Es peor el remedio que la enfermedad, no entiendo cuál es el plan.

El resto de la conversación se desarrolla por notas, así que tendréis que aprender a distinguir nuestras letras.

Dentro de poco estará tan drogado que obedecerá a cualquier cosa que le digamos. Le haremos frenar el coche y conducirá Christian hasta que lleguemos a nuestro objetivo.

Christian es menor de edad.

Ya lo sé, pero sabe conducir. Es un gamberro, una vez se llevó nuestra casa (que es una caravana) de paseo por toda Almería.

Estáis todos locos. ¿Adónde se supone que vamos?

Al piso de tu padre en la playa. Su plan era que os quedaseis allí hasta que él pudiese adoptaros a las dos, no esperábamos que se formase tanto revuelo. Nosotros nos íbamos a quedar allí a cuidaros.

Pues nos van a pillar y acabaremos todos en un reformatorio. Me da cosa haberos metido en esto a Christian y a ti.

No pasa nada, nuestra vida es muy aburrida y no tenemos nada que perder. Ni familia, ni otros amigos (aparte de vosotras), ni estudios…

Decidí no hacer preguntas sobre su familia, no estaba la situación para tocar temas delicados. Le pasé la libreta a Xin Yi, que la leyó rápidamente e hizo un gesto dando a entender que Axel y su hermano estaban locos.

Poco después Pedro estaba lo suficientemente drogado (tres porros seguidos) y Christian tomó el control del vehículo. Para distraer a la policía (a la que dejamos atrás) bajó a Pedro de la furgoneta y le abandonó en el campo.

 Esto es una locura. Tengo que intentar llevar una vida un poco más normal. Como dice la canción: Algún día, lo dejaré algún día, dejaré esta vida que me arrastra a la deriva.

-----------------------NOTA DE LA AUTORA-------------
¡Hola! Ya estoy aquí con mi notita pesada. La verdad es que no tengo mucho que decir, pero vuelvo a pedir perdón porque creo que esto se me está llendo de las manos.
Drogas, secuestros... yo quería que esto fuese realista, pero tengo demasiada imaginación.
Bueno, no os caliento más la cabeza. La canción es "Algún día" de... ¿ya sabési de quién es? Seguro. Haze, como no.
No sé si la he puesto otras veces, tengo memoria de abuela.  Nada más, ánimo con los examenes (que yo al menos tengo muchos)
El viernes nos vemos :)

viernes, 25 de noviembre de 2011

Capítulo 22

Creo que esto no tiene ni pies ni cabeza, porque si los tuviese esto no sería real, sería una historia de ciencia ficción. Las cosas no dan estos cambios tan bruscos y locos en la vida real.

    Esta misma mañana odiaba a mi padre con todas mis fuerzas, al igual que a Jessica y les tengo al lado; me habían prohibido acercarme a Xin Yi, y la tengo al lado; me habrían matado si me hubiesen vuelto a ver con Christian y Áxel, y les tengo al lado.

Supongo que este momento de euforia nerviosa va a durar poco, porque a estas alturas la policía ya nos estará buscando, y cuando nos pillen se nos va a caer el pelo.

A Pedro le van a encarcelar, a Jessica la dejarán en el orfanato y les hará la vida imposible a Raquel y a Gema, Xin y yo acabaremos en un reformatorio y con suerte (mucha) a los chicos les pondrán una de multa.

Pero prefiero no ponerme negativa, es mejor vivir el presente, y ese presente es una furgoneta a la máxima velocidad permitida por la autovía, cargada de niños y con un hombre probablemente trastornado al volante.  No sé a dónde vamos y me niego a dirigirle la palabra a Pedro, pero creo que estamos yendo hacia la playa. He ido otras veces con las monjas, en viajes organizados por Alejandra cuando un año conseguía mucho dinero.

    Me pregunto qué habrá sido de ella. La verdad es que me pregunto muchas cosas.

-      Katia, deja ese hilo de una vez, o sea, me estás poniendo nerviosa –interrumpe Jessica mis cavilaciones. Estaba haciendo y deshaciendo nudos en un hilo de mi jersey, no me había dado cuenta.

-      Oh, para, Katia, que la señorita se molesta –se burla de ella Xin Yi, que está teniendo que contenerse para no pegarle.

-      Chicas, no os peleéis…

Áxel, una persona de la que me había olvidado. Al principio pensé en lo que le pasará cuando nos pille la policía, pero como es tan callado no me acordaba de él.

Me fijo en que está haciendo peinados ridículos a Christian, que va dormido en el asiento de delante, entre Pedro y Xin Yi.

Empezamos a pelearnos de broma y a reírnos de las coletas que Áxel hace a su hermano y se nos pasa el rato volando.

 Al final acabamos todos con hambre, sed y un poco de mareo, el viaje ha sido largo. Sospecho que Jessica me va a vomitar encima cuando empezamos a ver un poco la línea azul del mar.

Se ve que los chicos (Christian ya ha despertado) y Jessica están muy acostumbrados a ver el mar, porque no reaccionan. En cambio, Xin Yi y yo nos ponemos a gritar muy ilusionadas. Llevábamos más de seis años sin ver el mar.

Sin embargo (cómo no, con nuestra mala suerte…)  no tardamos en ver a la policía a toda velocidad detrás de nuestro coche.

-      Bien, te decía que nos íbamos a meter en problemas, Pedro…-se queja Christian

-      Tú tranquilo, que como dice la canción: ahora vengo armado con más rabia y más potencia.

¿Ahora? ¿Cómo “ahora”? ¿Puede que mi padre hubiese tenido problemas con la policía alguna otra vez?


------------------------------Nota de la autora-----------
Hola, buenas tardes. Hoy he vuelto a colgar el capítulo tarde, lo siento.
No me voy a parar mucho, pero os tengo que decir un par de cosas. La primera que votéis en la nueva encuesta (lado derecho) y la segunda que la canción es "La potenzia pa tu carro" de Haze. No tiene faltas de ortografía, el título es así.
Nada más, feliz fin de semana :)

lunes, 21 de noviembre de 2011

Capítulo 21

Increíble. Agobiante. Impresionante. Horrible. Doloroso. Estas son algunas de las palabras que describen los últimos acontecimientos.

Estoy un poco mareada, y mis nuevas compañeras de habitación me miran curiosas.

Sor Mercedes me trajo hasta aquí a rastras hace cosa de media hora y desde entonces no me he dignado a dirigir palabra a ninguna de mis nuevas compañeras.

No sé lo que habrá pasado con Christian y, aunque suene egoísta, en estos momentos no me importa mucho. El probablemente no tendrá más problemas que una advertencia de la policía (que vino hace un rato) y un castigo de sus padres. Yo, sin embargo, he visto mi vida cambiar radicalmente en menos de diez minutos.

Encuentro a mi padre que me abandonó hace tantos años que ni le recuerdo intentando adoptarme, me entero de que tengo una hermanastra a la que odio y que me han separado de mi mejor amiga hasta que salga de este maldito orfanato. Sobre todo, eso.

Puede que hayan pasado cosas duras de asimilar, pero como este detalle, que seguro otra persona vería insignificante, no ha habido nada tan malo desde la muerte de mi madre.

Desde que conocí a Xin Yi, con nueve años cada una, no nos hemos separado para nada. Aunque  a veces hemos discutido, para  mí es como una hermana, siempre nos lo hemos contado todo y hemos estado ahí en los momentos difíciles.

Aunque he tratado bastante mal a mis nuevas compañeras,  una de ellas se acerca mí, se sienta en la cama y aprieta la mano.

-      No sé si es cierto, pero he oído que te han prohibido volver a juntarte con tu amiga. Lo siento de verdad, si quieres puedo hacer de mensajera entre vosotras.

Esto me llega muy hondo, parece ser que la chica (no tengo ni idea de cuál es su nombre) entiende lo mal que lo estoy pasando.

        En ese momento se oyen gritos en el pasillo y sonidos de cristales. La chica que me ha cogido la mano sale a ver lo que está ocurriendo y me llama con cara de sorpresa.

        Salgo a la puerta, intrigada por el escándalo que se ha montado y me encuentro con las monjas dando órdenes a alguien que no puedo ver, con Sor Remedios intentando alejar a las otras chicas que se están acercando a cotillear y con Sor Elena enganchada al teléfono inalámbrico diciéndole incompetente a la persona que está al otro lado.

        En medio de todo este caos se ve a Sor Alicia, apartando a la gente a codazos. Cuando llega hasta mí se detiene y me coge por el brazo.

-      Baja, corre –me susurra.

-      ¿Qué ocurre?

-      Te llevo a verlo, pero no quiero que me vea la Madre Mercedes. Corre –me despido de mi nueva amiga y sigo a la monja.

Bajamos las escaleras a toda velocidad, cuando llegamos abajo las dos estamos sin respiración. Salimos a la puerta y a uno de los lados están los chicos, Xin Yi (que no sé cómo ha bajado), Jessica y mi padre.

Me acerco corriendo a ellos, aunque no tengo intención de hablar con mi padre. Al preguntarle qué estaban haciendo, Jessica me responde con mucha normalidad:

-      Papá, que es un caprichoso y quiere llevaros a ti y a la china.

Me contengo las ganas de pegarle por haber hablado con ese tono despectivo de Xin, y decido preguntarle a Áxel.

-      La parte de que es tu padre la sabes, ¿no? –asiento- Pues estaba en el orfanato cuando se montó el lio con Christian. Y a partir de ahí no sé lo que ha pasado, pero dice que a ti tiene derecho a llevarte y que ya hará lo que pueda con Xin Yi.

Me quedo a cuadros con las locuras de mi padre (no me gusta llamarle así, le diré Pedro a partir de ahora), pero después de los últimos acontecimientos prefiero no seguir en el orfanato. 

Lo de los cristales era que, para distraer a las monjas hasta que yo bajase, habían decidido romper una vidriera que había en la pared principal. Alicia colaboró porque le debía no sé qué favor a Pedro.

Cuando me estoy montando en la furgoneta azul de Pedro con los demás, me doy cuenta de que esto es una locura, pero una locura que promete hacerme más feliz de lo que podría haber sido en el orfanato.

Como dice la canción: La razón habla otro idioma distinto al del corazón.
------------------------------Nota de la autora------------
Muy buenas tardes, gente. Este es el capítulo 21, ya sé que o esperábais. Supongo que habéis notado que la cosa se me está yendo de las manos y que cada vez es todo más subrealista. Espero que no os moleste, es que voy escribiendo los capítulos tal y como se me va ocurriendo, no me paro a pensar si es una locura o no.
Como ya está escrito, no se puede remediar (me da pereza modificarlo).
Quiero anunciar que una amiga (la antigua dibujante y yo) estamos empezando con otra historia, que empezaré a colgar cuando acabe con esta (si no nos morimos antes, porque a esta le queda mucho). El caso es que no tenemos muy claros los títulos, pero van a salir tres o cuatro partes. El conjunto en general se llamará Crónicas de la Pastelera. ¿Suena raro, verdad? Seguro que os acaba gustando.
Por último, tengo que decir algo que seguro que os va a impactar... ¡Anunciaré el título de la canción! (jeje, os he asustado) Es "Nadie me Entiende" de Haze.
Nada más, muchas gracias por leer la historia ^.^


viernes, 18 de noviembre de 2011

La muerte de los padres de Xin Yi


Contado por Xin Yi:
Llevaba un tiempo notando a mis padres algo distantes. Mi madre había cerrado la tienda unos días atrás, porque a penas iba gente. Mi padre hacía “trucos de magia” por las calles, así que a penas ganaba unos 20 euros al día.
Eso no habría sido problema si mi madre no fuese diabética (enfermedad que yo no heredé), y no tuviésemos que comprar insulina y bolsas gigantes de caramelos.
El caso es que cuando cerró la tienda, me mandaron acostarme temprano. Me dormí pronto, pero no tardaron en despertarme gritando.
A esas mentes mal pensadas, os digo que ojala hubiese ocurrido lo que estáis pensando, pero no fue así. Se gritaban cosas horribles, que aunque ya han pasado muchos años, prefiero no recordar.
Yo sabía que se iba a montar un buen follón, pero no esperaba que llegasen a tanto, creía que simplemente decidirían volver a China. Pero el caso es que después de los gritos empezaron a escucharse golpes, cristales rotos y, al final, un portazo.
Pensé en levantarme e ir a pedirles que se calmasen, pero me dio miedo. Me podían regañar o, teniendo en cuenta lo enfadados que parecía, hasta podrían pegarme.
El caso es que al final me dormí y no desperté hasta bien entrada la mañana siguiente. No me gustó nada ver el sol tan alto, porque mi madre me tendría que haber despertado a las ocho para ir al colegio, y ya eran más de las diez. Fui a la cocina y me la encontré hecha un caos. Ya escuché la noche anterior los cristales rotos, pero supuse que los barrerían mis padres.
Pero lo peor no era eso, ni mucho menos. Junto a la puerta que daba a la cocina, había una gran mancha de algo que solo podía ser sangre. Me puse muy nerviosa, pero conseguí marcar el número de emergencias en el teléfono y expliqué lo que había ocurrido.

A partir de ahí, todo ocurrió muy rápido. Sé que estuve en varios juzgados y recuerdo que tenía pesadillas por las noches, que pasé en casa de mi vecina.
No sé cuanto tiempo pasó, pero unos días después estaba en un orfanato, en el que un montón de monjas me dieron la bienvenida. Allí fue donde conocía a Katia, y donde tendré que pasar al menos año y pico más.
Ese mismo orfanato, el Santo Cristo de la Victoria, me vería después conspirar junto a mi mejor amiga contra las monjas que me habían acogido.

 ----------NOTA DE LA AUTORA----------
Muy buenas, gente. Supongo que os estaréis preguntando que por qué os cuento esto. Pues la verdad es que es mala leche pura (jeje). Se que el capítulo anterior os dejó con la intriga, así que este capítulo que no es capítulo está aquí para haceros sufrir. Os va a tocar esperar hasta el lunes para leer lo que ocurrirá con nuestras protagonistas.
Y como esto no es un capítulo, tampoco tiene canción, aunque si queréis una sobre el maltrato de género os recomiendo "La bella y la bestia" de Porta y "Rompe tu silencio" de Haze
Nada más, feliz fin de semana :)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Capítulo 20

Alejandra estalla en risas, seguida por las demás chicas que hay en el comedor, Sor Remedios parece sufrir una crisis nerviosa y cae al suelo. Raquel se atraganta y cuando vuelve a respirar se pone a reír también. Al final, viendo que ya nos han pillado y no se va a poder remediar, cogemos al “intruso” (le llamó así para mantener la intriga) y salimos a toda velocidad al jardín. No paramos hasta llegar a las pilas de escombros. Una vez allí, le soltamos.
-Joder, no esperaba que hubiese tanta gente a estas horas. Que vergüenza.
-¿Entras en el comedor de un lugar en el que se supone que no pueden verte, llamando la atención de esta forma y lo único que te preocupa es la vergüenza? Tu eres tonto. -Y así se ponen a pelear Xin Yi y Christian.
Os debo una explicación sobre lo que está pasando, vale, lo sé. El caso es que, aunque no sé por qué, Christian acaba de entrar al comedor del orfanato con toda tranquilidad VESTIDO DE MUJER. ¿Suena surrealista, verdad? Pues es tal y como lo estoy contando. Lleva puesto el uniforme con falda del orfanato, unos pendientes de aro que probablemente le habrá quitado a Jessica y tiene los ojos pintados. Imaginadlo, da una mezcla entre pena y asco. Ahora le está explicando el por qué de todo esto a Xin Yi, aunque yo sospecho que está borracho.
-Que te crees tú que lo hago por gusto. Aquí se está cociendo algo gordo, Katia -me sobresalta que se dirija a mí con esa frialdad, aunque me da la risa al ver el contraste de su seriedad con la pinta que lleva-. Nada de risas. Os voy a contar algo importante, y no quiero que esas monjas locas nos interrumpan. Katia... ¿tu padre aún está vivo, verdad?
-Eso creo -la verdad es que no se nada de él.
-Pues está detrás de adoptarte.
Me da un vuelco el corazón. Preferiría pensar que todo esto no es más que una broma, pero ¿por qué me iba a hacer Christian una broma de tan mal gusto? Aunque sea un poco lento para tratar con la gente, no creo que sea así de cruel. Además, todo esto encaja perfectamente con la presencia del hombre que nos encontramos este mediodía en la puerta. Intento recuperarme del shock, decir algo, aunque lo único que consigo articular es la palabra “¿dónde?”
Puede que para cualquier persona esa palabra no tuviese mucho sentido en este contexto, pero Xin Yi me lo suficientemente bien como para comprender lo que quiero decir.
-¿De qué lo conoces? Y cuéntanos algo de él.
Aunque contesta, lo hace dando muchos rodeos. Nos cuenta que el es amigo de sus padres, que trabaja en el circo como domador de leones, que está casado con una mujer llamada Carolina...
Al final, Xin Yi se pone nerviosa por la poca importancia de esa información, lo que queremos saber es por qué se ha acordado ahora de mí, cómo es él, si tiene más familia a parte de Carolina, y le acaba cogiendo del cuello de la blusa y diciéndole que lo cuente todo por desagradable que sea.
No entiendo por qué se resiste, es mi padre y quiero enterarme de qué es lo que ocurre con él. Cuando me acerco yo también para separarle de Xin y pedirle información con más calma, aparece Raquel seguida de Sor Remedios, Sor Mercedes y Sor Elena.
Al momento Elena se lleva a Christian a rastras y las otras dos monjas nos agarran a nosotras. Parecen salidas de quicio, se ve que hemos armado una buena con la movida del comedor.
Creo que vamos a dejar la conversación a medias, cosa que no me agrada mucho cuando oigo a Christian llamarme a voz en grito:
-¡¡Katia, Katia!! ¡¡Jessica es tu hermana!!
En esta ocasión habría preferido seguir sin saber nada, odio mortalmente a Jessica. Esto es lo peor que me ha pasado en la vida, después de la pérdida de mi madre. Bueno, al menos piensos eso hasta que oigo a Sor Mercedes ordenar que me prohíban volver a relacionarme con Xin Yi, que me cambien de cuarto.
Lo que no saben es que esta última orden con la que pretendían que no diese tantos problemas va a ser el comienzo de mi revolución, porque no estoy dispuesta a perder a mi mejor amiga. En estos momentos la adopción es de las cosas que menos me importan. Siento que, como dice la canción, llegó nuestra hora. Esta es nuestra revolución. Pienso amargar la existencia de estas monjas cueste lo que cueste.

-------------Nota de vuestra autora favorita----
Perdón, perdón, perdón! Ya se que me he retrasado, pero es que el viernes no pude colgar el capítulo porque había reformas en Blogger y durante el fin de semana no he tenido internet. No somos morosos, nos lo cortaron junto con el teléfono porque algún loco rajó el cable.
Y ahora paso a explicar el por qué de que solo haya puesto un capítulo. El del viernes era una chorrada para manteneros con la intriga sobre este, que teóricamente iba a ser el 21. Como no pude ponerlo y vais a venir a pegarme si os cuento muchos rollos que no os interesan, he colgado directamente el del lunes.
Si os hace ilusión y me lo pedís, pondre también el otro, que es el de la muerte de los padres de Xin Yi.
Bueno, la canción es "Revolución" de Amaral
Nada más, hasta el viernes y gracias por leer el blog :3

lunes, 7 de noviembre de 2011

Capítulo 19

Yo de buena gana me habría quedado a cotillear la conversación para ver si estaba intentando adoptar a alguna conocida. La verdad es que no tengo muchas amigas, soy una persona más bien solitaria. Creo que las únicas personas a las que echaría de menos si se fueran es a Xin Yi (por supuesto), a Gema y a Raquel. La última es un poco... cómo decirlo... excéntrica, pero se ve que no es mala persona.
El caso es que al final Doña Alejandra nos obliga a alejarnos del despacho de Sor Mercedes y nos pide que la acompañemos al comedor. Al parecer, le apetecía revivir “los viejos tiempos” y ha venido a comer aquí. No es la primera vez que lo hace, a Sor Bienvenida (la monja tesorera) le encanta que venga a comer, ya que siempre suelta una buena propina.
Cuando llegamos, Raquel y Gema nos llaman a una mesa en la que están comiendo algo que parece estofado, aunque con muy poco color. Al ver que pongo cara de asco al mirar los platos, la más joven me explica que no quedaba colorante. Nos sentamos con ellas, aunque sospecho que a Xin Yi no le hace mucha gracia, y empiezan a entrevistarnos sobre nuestra mañana junto a Pepe el Afilador. Decidimos no contarles nada sobre nuestro encuentro con los chicos, porque Sor Remedios está dando vueltas por el comedor y tememos que nos escuche.
Cuando viene Alejandra con su bandeja, Gema nos mira con cara de “¿por qué me hacéis esto?”. Creo que ya lo he comentado, pero no se puede decir que sea una estudiante modelo. Supongo que le preocupa que Alejandra le regañe.
En cambio, esta las saluda a las dos con mucho énfasis y se sienta junto a Xin Yi. Después, empieza a preguntar si sabemos a quién le han dado el dinero que se nos retiró a nosotras. La respuesta, cortesía de Gema, nos sorprende:
-Una parte se la han dado a Rocío (no la conoceréis, es de las de dieciséis años), la otra la tiene Raquel.
Nos quedamos mirándola con sorpresa, no nos había dicho nada.
-Oye, no me miréis así, que yo no sé por qué me lo han dado. Teóricamente solo se lo dan a mayores de 16, y yo todavía no tengo los trece.
-Supongo que habrán visto que eres responsable -le dice Alejandra después de tragar un trozo de pan.
Seguimos con nuestra discusión sobre el motivo del inesperado regalo de Raquel cuando de pronto todo el mundo se queda en silencio mirando en una misma dirección. Miro yo también hacia allá. No me puedo creer lo que ven mis ojos, verás cuando se enteren las monjas. Aunque hay que reconocerlo, me pongo a reír.
Como dice la canción: A veces te mataría, otras en cambio te quiero comer.

------------Nota de la autora-----------
¡Perdón por la tardanza! Es que ha venido mi tía y me ha tocado parame a escuchar todas sus historias y tal.
Voy con prisa, así que no me voy a enrollar mucho.
La canción es "Como hablar" de Amaral. No sé si la he puesto ya, pero no tengo ganas de comprobarlo.
Por favor, seguid investigando lo del libro. Gracias, hasta luego

viernes, 4 de noviembre de 2011

Capítulo 18

La comida y la charla que mantuvimos después del cuento nos hizo pasar un buen rato. El Afilador nos cuenta cuando le llamó Sor Remedios, toda histérica, para decir que si podía poner a un par de gamberras a hacer algo bien desagradable. Por lo visto, le hizo mucha gracias.
-Tendríais que haberla oído, creí que me iba a pedir que os pusiera a recoger tomates para que os picasen los mosquitos. -suelta una carcajada- Nunca había conocido a una monja tan rencorosa.
-Sí, es un poquito especial... -dice Christian para sí mismo, aunque nos enteramos todos.
-Al día siguiente me llamó vuestro padre diciendo que si podía poneros a escardar barbechos, que habíais secuestrado a dos niñas y que tú le pegaste a una monja.
-Yo, no le pegué, le dejé las cosas claras.
Esta última afirmación de Christian nos hace reír. La verdad es que el no le había pegado a Sor Remedios, pero agarrarla por el cuello del hábito y dejarla con los pies colgando por encima del suelo tampoco se diferencia mucho.
Pepe también nos cuenta el motivo de que hubiese acabado siendo el que castigaba a los chiquillos traviesos del pueblo. Al parecer, una vez, su hermano (otro tipo con un nombre impronunciable), se escapó de casa, cogió un autobús con dinero que le había quitado a su padre y se fue a Madrid a ver un concierto de “Los Chichos”.
Cuando volvió, el padre de Pepe le pidió que se lo llevase a trabajar a pleno sol, para que viera lo duro que es ganar el dinero que el había gastado en la entrada del concierto (le dolió más perder ese dinero que que su hijo desapareciese dos días). El caso es que el niño se cambió mucho, y los vecinos empezaron a pedirle al Afilador que castigase a sus hijos.
-Y lo que no saben esos padres o, en vuestro caso, -nos mira a nosotras- tutores, es que yo no os regaño ni nada. Hasta me hago amigo vuestro.
-Desde luego, si se enterasen las monjas de que estamos aquí muertas de risa con las personas a las que nos han prohibido ver... -interviene Xin Yi, la cual antes había estado can callada que la tomé por dormida. Me asusté al oírla hablar.
-¿Os han prohibido vernos? -Christian pone de extrañado.
-Míralo, se extraña... ¡qué por poco si haces que le de un “yuyu” a Sor Remedios!
Y así, entre risas, acabamos de comer y nos montamos en la furgoneta. Con este calor, es imposible seguir trabajando. Dejamos atrás el roble “mágico” y los terrenos de Pepe el Afilador y cogemos un camino en bastante mal estado, que nos lleva de vuelta al pueblo. Antes de volver al orfanato, paramos en los terrenos del circo. Nos puede caer un buen sermón si nos ven aparecer por allí con los chicos. Nos despedimos hasta el día siguiente, que tendremos que volver.
Atravesamos el pueblo, pasando frente al ayuntamiento y las muchas tiendas de Todo a 100 que hay en el pueblo, y llegamos al orfanato. Pepe nos deja bajar en la puerta y nos pide que saludemos a las monjas de su parte. Nos despedimos de él y llamamos al timbre.
-¡Anda, mira a quien me encuentro! ¿Os han castigado mucho?
-Buenas, Doña Alejandra. Un poco, pero sobreviviremos.
-No nos van a dejar ir a la feria. -se queja Xin Yi.
Veo un poco tonto el comentario, era lógico que nos castigasen así y probablemente Alejandra ya lo habría deducido. Entonces, Xin Yi me da un codazo y murmura algo: “Llora tú también un poco...”
Entonces, capto sus intenciones. Hay que ver que retorcida es esta chica, está intentando que Alejandra pida que se nos perdone el castigo. Aunque sé que no va a funcionar, me decido a intentarlo.
-Sí, es una pena... nos hacía tanta ilusión ir...
-Bueno, bueno, nos os pongáis así. Ya veréis como convenzo a las monjas -increíble, ha funcionado-. Pero vamos dentro, que aquí en la puerta hace mucho calor.
Empiezo a empujar la puerta cuando un hombre mete el pie en la ranura. Creo que estoy a punto de partírselo justo cuando paro de empujar.
-Disculpad, he visto que estaba la puerta abierta, y como tenía que entrar...
-Me suena mucho este tío -me comenta Xin Yi en voz baja.
La verdad es que a mí también me suena, pero no sé de qué. El caso es que empieza a hacer preguntas a mucha velocidad a Alejandra, sobre quién dirige el orfanato, si se puede ver a las niñas y, las más llamativa: ¿Podría realizar una adopción sin necesidad de juzgados si demuestro que hay parentesco con la persona a la que quiero adoptar?
Me deja un poco cuajada el nerviosismo que parece demostrar el hombre, y más que quiera adoptar sin venir acompañado de nadie. No he presenciado muchas adopciones, pero siempre suelen ser matrimonios jóvenes, no hombres solos de más o menos cincuenta años.
Como Alejandra no nos dice nada, caminamos tras ellos. Ella le comenta al hombre lo bien que se trata a las niñas en este orfanato. La verdad, no se nos trata mal, pero somos muchas y siempre nos falta cariño. Me suena de que hubiese una canción que menciona la falta de cariño en los orfanatos. Creo que la frase es esta: Así creció en el frío hogar de un orfanato, escenario donde sufre su primer maltrato. El cariño brilla por su ausencia...
Voy pensando en esta canción cuando llegamos al despacho de Sor Mercedes. El hombre pregunta que si le pueden atender. Al ser la respuesta afirmativa, dice: “espérame, hija”. Una frase y un tipo bastante curiosos. ¿A por quién irá?

-------------------------Nota de la autora-----------------
¡Cómo llueve, gente! Cualquiera sale a la calle con este tiempo... así que para que os entretengais, aunque sea un poco tarde os dejo aquí el capítulo.
Estaba ya harta de estos capítulos tan sosos, sin problemas ni intriga, así que hoy me he calentado la cabeza y he buscado problemas. (¡Yupi, movida!) Espero que os haya gustado.
Por favor, votad en la encuesta que hay en el lado derecho, encima de donde salen los seguidores del blog.
Ya solo me queda deciros que la canción es "Juego de niños", no sé si la he puesto ya. Es, cómo no, de Haze (si os fijais, no cambio mucho de cantantes).
Nada mñas, que paséis una buena semana y muchas gracias por leer el blog :)

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Capítulo 17 (perdón por el retraso)

Va avanzando la tarde y Raquel y yo seguimos intentando hacer deducciones sobre mi sueño. La verdad, sospecho que estamos perdiendo el tiempo, pero al menos tengo la mente ocupada. Ha pasado todo tan rápido que como me ponga a darle vueltas a los líos de la noche anterior voy a acabar con un dolor de cabeza de récord.
Xin Yi ni participa mucho en la conversación, pero de vez en cuando se pone borde con Raquel, como intentando que se vaya. Al cabo de un rato, me canso de escucharlas discutir y le replico a Xin.
-¿Pero qué te ha dado? Déjala, que no nos estorba... Mírala, a lo mejor de estar con nosotras en el jardín se pone algo más morena, tanta biblioteca no sienta bien.
-¿En qué mundo de luz y color vives, Katia?
-¿Qué es lo que pasa?
Xin Yi pone los ojos en blanco y empieza a decir cosas de todo menos normales, al menos para mi mente despistada:
-A las 6 el canario vuela, libre él, no libre la compañía... como les pille el halcón se va todo a tomar por saco...
-¿Quién le vende la droga, Katia? -se burla Raquel de ella. Xin Yi le contesta con un gesto no muy educado.
-¿De verdad que no te enteras o te estás haciendo la tonta?
-No me entero.
Empieza a hablar bajito a toda velocidad, supongo que me está poniendo verde. D verdad que yo no me entero de lo que está pasando, y lo del canario me ha dejado K.O.
-Nada más que por fastidiar no me pienso despegar de vosotras en toda la tarde, sigue maldiciendo todo lo que quieras.
-Que patada en la boca te voy a dar un día de estos. Más te vale estar calladita. -entonces, aunque no muy tranquila por la presencia de nuestra nueva amiga, me recuerda que esta madrugada habíamos quedado con Axel a las 6.
Como son las cinco y media y vemos que no nos podremos quitar a Raquel de encima, decidimos permitirle que nos acompañe a donde suponemos que le íbamos a encontrar. En realidad no dijimos ningún sitio, pero nosotras vamos a las pilas de cascajo.
Esperamos allí, pero pasa cosa de media hora y no aparece nadie. Al final, decidimos irnos.
Raquel parece sospechar que la hemos engañado para deshacernos de ella o algo, pero sus dudas flaquean al vernos discutir sobre qué habría podido pasarle. A lo mejor se le ha olvidado o ha tenido que hacer algo... a saber.
No tenemos noticias de él en toda la tarde, aunque tampoco esperábamos tenerlas. Cenamos con Gema y Raquel y nos acostamos temprano. Puede que yo haya dormido hasta tarde, pero me acosté a las tantas y tengo mucho sueño.
Habría estado durmiendo hasta más de las diez si no hubiese aparecido Sor Estefanía pegando voces a las siete y media:
    • ¡Hernández, Yie, arriba! -como odio que me llamen por mi apellido- Ha venido a por vosotras Pepe el Afilador.
Las dos nos levantamos de un salto al escuchar el nombre. Pepe el Afilador en realidad ni se llama Pepe ni es afilador, pero su padre se llamaba Pepe y su madre era una inmigrante Noruega y le pusieron al niño un nombre típico de allí. Como nadie sabe pronunciarlo, le llaman Pepe. Su oficio real es agricultor y tiene una buena cantidad de terrenos. Ahí entra en acción el miedo que le tenemos los chiquillos y no tan chiquillos. Nunca da a basto para cuidar tantísimo terreno y los padres a veces le mandan a los “niños malos” para que le ayuden.
-¿Está está usted de coña?
-Cuidado con su vocabulario, Katia. Y que sepa que yo NUNCA bromeo.
A partir de ahí las cosas ocurren bastante de prisa. Nos ponemos unos uniformes viejos bajo las miradas de odio de nuestras compañeras recién despiertas y bajamos a la cocina detrás de Sor Estefanía. Allí, Sor Remedios nos da un bocadillo de jamón y dos botellas pequeñas de agua a cada una. Después salimos a la calle, donde aún es medio de noche. Pepe se despide de la monja y nos estrecha la mano a las dos.
-Encantado, yo soy Merigodtreschlov -ve que nos quedamos las dos con los ojos abiertos como platos y se ríe- Me podéis llamar Pepe.
-Encantada, yo soy Katia.
-Buenas, yo soy Xin Yi.
-Se me van a olvidar, te lo advierto. Si os digo María y Lola no os lo toméis a mal. -Ignora la cara de resignación de Xin Yi y continúa hablando- Vamos a ir a mis terrenos de Cijuela, pero antes tengo que pasarme a recoger a otro par de vándalos. Lo digo de broma, no os considero mala gente. Entiendo que a vuestra edad os apetezca salir a divertiros.
-Espere, ¿no querrá decir que van a venir también Axel y Christian? -por la forma de la que ha hablado Pepe, sospecho que sí.
-¿Así se llaman? Más nombres raros, les pienso llamar Antonio y Manolo.
Me resulta graciosa la costumbre de Pepe de cambiar los nombres de la gente, y no me importa tampoco demasiado volver a ver a Christian. Ya sospechaba que tendría que encontrarme de nuevo con él. Aunque no creo que pueda perdonarle del todo.
El reencuentro no es especialmente desagradable, todos intentamos hacer como si no hubiese pasado nada y hablamos con el Afilador sobre lo que vamos a hacer mientras nos lleva en su furgoneta. Al parecer nos va a poner a quitarle hierbajos a un barbecho.
Cuando llegamos, a penas si podemos pararnos a hablar, es cierto lo de que Pepe tiene muchísimo terreno y queremos acabar lo antes posible para no volver mañana. Las pocas palabras que intercambiamos es para quejarnos de que alguien nos está echando lo que arranca encima.
Avanzamos muy lentos, solo hacemos una cuarta parte del terreno entre los cinco. Cuando al fin vamos cogiendo velocidad, Pepe nos para porque hace demasiado calor. Cansados, nos sentamos todos bajo un roble y empezamos a comer.

-¿Sabéis niños? Hay un cuento sobre que este roble tiene poderes para devolver la vista a los ciegos, si queréis os cuento la historia.
Aunque los chicos se quejan de que no les gustan los cuentos de hadas, Pepe decide contárnoslo de todas formas. El cuento me suena lejana mente, pero no sé de qué.
Hace la tira de años, había en La Paz (pequeña aldea perteneciente a Fuente Vaqueros) una mujer que se quedó viuda. Tenía dos hijos, Leal y Desleal a los que después de la muerte de su marido no podía mantener.
Un día, la mujer tomó la difícil decisión de pedirles que se fuesen de casa, para que ellos pudiesen buscar una vida mejor que la que tenían con ella. Antes de que se marchasen, le dio a cada uno un pedazo de pan duro y un trozo de queso.
Cuando ya llevaban varios kilómetros recorridos, a ambos empezaron a rugirles las tripas. Desleal le propuso a su hermano que parasen a comer, primero se comerían la comida de Leal y después la suya.
Eso hicieron y después continuaron caminando. Al atardecer, volvió a darles hambre y Leal le pidió a su hermano que parasen a comer.
“Pues la verdad, no sé lo que piensas comer tú. Que tonto eres, anda que darme tu comida...” le dijo Desleal a Leal.
Leal, ofendido, le contestó: “ Eres tan malo de nombre como de espíritu, hermano”
Desleal, enfurecido por las palabras de su hermano, le arañó la cara, dejándole los ojos inservibles. Dejando a Leal ciego, su hermano se marchó diciendo que ojalá le comiesen las fieras del bosque.
Leal, asustado, subió a ciegas al árbol que más cerca tenía y se sentó en la rama más alta. Desde allí, escuchó pisadas que se acercaban y paraban bajo el árbol. Pasado un rato, alguien con voz ronca habló a los demás:
-Buenas noches, animales del bosque.
-Buenas noches, señor oso
-Como ya sabéis, estamos aquí como todos los años en la noche de San Juan, para contar las cosas que han ocurrido en otros lugares donde hayamos estado. ¿Alguien quiere contar algo? Adelante, conejo:
-He escuchado que el rey tiene una hija ciega y sordo-muda. Lo que no sabe es que si restregase las hojas de este árbol con el rocío de la mañana por los ojos de su hija, esta recuperaría su visión. Además, la señora Ardilla sabe como hacer que recupere el oído y la voz.
-Sí, sí. Dicen que en una ermita cercana, bajo el tercer escalón de la entrada hay un sapo. Si la princesa comiese sus ancas recuperaría la voz y la audición.
-Por cierto -intervino una araña-, yo he escuchado que en el castillo hay un terreno muy seco en el que no se puede cultivar. Parece mentira que no se hayan enterado de que si sacan las cadenas de oro que hay al fondo del pozo las plantas volverían a crecer allí.
Y así transcurrió la noche, entre cotilleos de los animales del bosque, que no sabían que Leal les escuchaba desde lo alto del roble. Cuando empezó a amanecer los animales se marcharon, y Leal buscó una hoja a tientas. La frotó contra sus ojos y de pronto recuperó la visión. No solo eso, los ojos se le pusieron mucho más bonito y podía ver más lejos.
Bajó del árbol y decidió ir al castillo del que había hablado el conejo. Consiguió hablar con el rey, y este le prometió que si le devolvía la visión a su hija, le acogería en el palacio.
Así fue como a la mañana siguiente, Leal guió al rey y a la princesa hasta el roble y procedieron a frotar las hojas con rocío en los ojos de la muchacha, que recuperó la visión.
“Majestad -le dijo Leal al rey-, también se como devolverle la voz y el oído a su hija”
El rey, que ya confiaba en Leal, decidió escucharle y fue junto a él a la ermita. Levantaron las tablas del tercer escalón de la entrada y sacaron de allí al sapo, cuyas ancas se comió esa noche la princesa. Tal y como habían dicho los animales, recuperó la voz y empezó a oír.
Para rematar la faena, Leal le contó al rey lo de las cadenas de oro en el fondo del pozo. A la mañana siguiente, las sacaron y todas las plantas de los terrenos de alrededor del castillo germinaron.
El monarca, agradecido, casó a Leal con su hija. Pero este no se olvidó de su hermano, al que mandó buscar y acogió en el palacio. Porque Leal era, como todas las buenas personas, capaz de perdonar.
-Bueno, chicos ¿os ha gustado la historia?
Incluso Christian y Axel le habían escuchado atentamente, aunque se dice que los cuentos de hadas son para niños pequeños, este había sido precioso. La verdad es que me ha hecho sentir optimista, y la moraleja sobre el perdón ha hecho que deje de sentir rencor hacia Christian. Siento, como dice la canción, que volverá la suerte a nuestro lado.

-------------Nota de la autora---------------
Disculpad el retraso, gente, pero tuve que investigar sobre el cuentecito este que he puesto. Mi padre no se acordaba del final y he tenido que preguntarles a mis abuelos.
Supongo que pensaréis que soy una plasta y que estoy loca si creo que os interesa el cuento. Lo primero es que aunque poca, tiene relación con nuestra historia. Lo segundo es que es mi cuento de hadas favorito, así que no os metais con él.
Por cierto, este cuento, aunque con algunas modificaciones, aparece en un libro del año "catapún" con otro montón de fábulas. El caso es que me gustaría saber que historias aparecen en este libro y conocer la moraleja real (esta se la he puesto yo, porque nadie se acordaba de la buena). Si alguien tuviese el libro, os agradecería mucho que os pusierais en contacto conmigo (no para comprarslo ni nada de eso).
Se llama Rueda de Lecturas, y debe de ser como MÍNIMO de hace 41 años, auqnue no lo tengo muy claro. Preguntad a vuestros padres/madres, si no es molestia. Gracias.
La canción es Volverá la suerte, de Amaral. Nada más, nos vemos el viernes.