miércoles, 7 de septiembre de 2011

Capítulo 2

Desde el primer día, Xin Yi y yo tenemos mucha confianza la una en la otra. Cuando conseguimos calmarnos, ya estábamos más desahogadas después de haber hablado con alguien. Le enseñé todo el orfanato y le presenté a las otras cuatro chicas de nuestra habitación. A mi amiga no parecieron caerle demasiado bien, una teoría que confirmé en cuanto se alejaron un poco.
    • Más locas imposible. ¿Cómo pueden dejar las monjas que una chica de 9 años se pinte?
    • Es que Carmen hace lo que le da la gana. Como Sor Elena (que es la responsable de las chicas de 9-10 años) está hasta las narices de ella, la deja que haga lo que quiera.
Durante la cena, conseguimos sentarnos algo apartadas de nuestras compañeras, situación que aprovechó Xin Yi para seguir “poniéndolas verdes”.
“Algo maruja, pero me cae bien” -pensé.

De eso hace hoy 8 años. Las dos tenemos diecisiete años, pero pocas cosas han cambiado. Cuando salimos del orfanato, intentamos no acercarnos mucho a los chicos, no nos llevamos bien con nuestras compañeras de habitación y seguimos estando un poco marginadas. Todas las chicas están demasiado obsesionadas con buscarse un novio, pintarse, comprarse tacones y minifaldas... Esto no les gusta demasiado a las monjas, por eso Xin Yi y yo tenemos ciertos privilegios. Se puede decir que somos las “chicas de confianza” de nuestra responsable, Sor Catalina.
A veces eso es un poco cargante, como por ejemplo hoy, que nos ha tocado ir a comprar carne, patatas, tomates y zanahorias “para parar un tren”. Se ve que esta noche cenaremos estofado.
En este momento, estamos llegando al Coviran, el único supermercado del pueblo. Supongo que pensaréis que es una birria de pueblo, pero tiene sus ventajas. Hay mucha paz. De golpe, me estrello contra Xin Yi, que iba unos pasos por delante de mi y ha parado en seco.
    • ¡Eh, mira eso, Katia! -dice señalando hacia arriba. Al principio, solo veo una farola, pero acabo reparando en un cartel azul y amarillo.
    • Oye, ya somos mayorcitas para ir al circo... Además, creo que es el del año pasado, el de las arañas drogadas.
    • No, no... ese era el Circo Bomba. Este se llama Circo Aplastante. Además, mira, traen tigres.
Oh, no -pienso- Como haya tigres vamos a tener que ir por narices... con lo que a Xin Yi le gustan los gatos...”
    • Oye, ¿qué te parece si antes de comprar vamos a echar un vistazo? Lo van a poner al lado del río.
    • Está bien, pero rápido... no quiero que Sor Catalina se preocupe.
Cambiamos la ruta, y seguimos hacia arriba en vez de girar a la izquierda, que es donde está el supermercado.
Poco después, llegamos junto al río. Hay una gran marea de gente, todos moviéndose a gran velocidad. Algo apartadas, hay un montón de caravanas de muchos colores y unas jaulas bastante grandes, en comparación con las que suelen llevar los de los circos normales. Todo el mundo parece atareado en algo. Algunos están montando la carpa, ensayando sus números o, al igual que nosotras, cotilleando.
Nos acercamos algo más a las jaulas de los animales, aunque con cuidado ya que aunque estén amaestrados los tigres, leones... siempre imponen respeto.
De pronto, escucho a alguien gritar:
  • ¡Apartaos, apartaos! ¡Qué me estrello!
Empujo a Xin Yi a un lado al ver que un chico con un monociclo viene a toda velocidad hacia nosotras. Las dos acabamos tiradas en el suelo, a un par de metros del chico, que también se ha caído.
Xin Yi, que parece algo desconcertada al principio, mira al chico con cara de furia al comprender lo que había sucedido.
    • ¿Tú eres tonto o le pegas pellizcos a los cristales? -nunca la había visto tan cabreada. -Te voy a....
    • ¡Eh, eh! Tranquila, Xin... -decido intervenir- Vayámonos. Y tú, ten más cuidado. -agarro a mi amiga del brazo y echó a andar.
    • ¡Oye, vosotras! Esperad...
    • ¡Vete al cuerno! -le grita Xin Yi al chico. Yo también tengo ganas de pegarle, pero prefiero no montar espectáculos.
    • Hey, tranquila, hermana... déjame hablar. -Xin se calla, pero le sigue mirando con cara de odio- Se os ha caído la cartera -dice sonriente.- Espero que me perdonéis algún día... por cierto, me llamo Axel.
    • Muchas gracias, Axel. -digo yo, tomando el mando de la situación.- Yo soy Katia, y ella es Xin Yi. Bueno, adiós.
Salimos de la zona del circo, en dirección al centro del pueblo. Cuando nos alejemos un poco, mi amiga me pregunta, con cara de pánico:
  • ¿Por qué le has tratado bien? Nos iba a atropellar...
  • Bah, si no lo hizo a posta... además, nos ha devuelto la cartera, no creo que sea una mala persona.
  • Pero es un chico... bah, mira déjalo. No creo que volvamos a verle.
  • Por eso, si no, no le habría tratado bien.
No tenía pensado dejar mi guerra declarada contra los chicos, pero aquel nos había tratado bien y, como dice la canción: Destino escrito, nada puedes hacer (…) cosas prohibidas, de todo hay que hacer.

-------------------------Nota de la autora--------------------------------------------------
Bueno, pues ahí lleváis el capítulo de la semana. Creo que me ha quedado bien, aunque el final no me convence mucho. Ya me diréis lo que opináis, comentad.
La canción de este capítulo se llama "Destino escrito" y es de Kaotiko. No me gusta mucho, pero la frase pegaba. Y la del capítulo anterior es "Niños Vs Niñas" de Porta. Esta si me gusta más. Bueno, ahí os dejo, espero que os haya gustado ;D

2 comentarios:

  1. Me gusto mucho el capitulo ;) estoy deseando que vuelvas a poner mas a ver que pasa :D
    y la canción de "niños vs niñas" esta genial a mi también me gusta mucho :D Esta historia seguro qeu esta tan bien como la anterior,un besazo :)

    ResponderEliminar
  2. Jaja, me alegro de que te gusten tanto las canciones como la historia. A ver si es verdad lo q dices y tiene más éxito que Viaje Bajo el Cielo de Egipto.
    Un beso! ^^

    ResponderEliminar