viernes, 2 de diciembre de 2011

Capítulo 24

Estamos entrando en Almuñécar, esto se empieza a poner peligroso. Como nos paren y vean que Christian no tiene aún los dieciocho… prefiero no pensarlo.

         Circulamos paralelos al mar, por la carretera de la playa. Según nos cuentan los chicos, Pedro era de esta ciudad y heredó el piso de sus padres, al que nos dirigimos en este momento.

         Axel nos explica que tendremos que limpiar el piso, porque Pedro pasó unos años en la cárcel por tenencia de drogas y desde que salió (hace cuatro meses) no ha entrado en la casa. Me imagino la cantidad de polvo y de arañas que habrá acumuladas y se me ponen los pelos de punta.  Ay que ver lo descuidados que son los hombres.

         En cambio a Xin Yi no parece preocuparle, una vez que se adaptó al mal olor de la furgoneta no volvió a hablar. Está maravillada mirando la rocosa playa y el mar, que está bastante agitado. Desde aquí, se ve que la bandera está amarilla.

         Llegamos a un edificio con fachada de ladrillo marrón, en primera línea de playa. Vamos a tener muy buenas vistas al mar. Christian abre la puerta del garaje y mete en la plaza correspondiente a nuestro piso la furgoneta.

-      Luego tienes que limpiarla, Jessica –le advierte Christian. Ella no le contesta.

Cogemos el ascensor hasta la segunda planta, y buscamos el piso B. La puerta no está en malas condiciones, aunque cuesta un poco abrirlas, las bisagras se han oxidado con la humedad de la zona. El interior de la casa ya es otro cantar.

     Está hecha un asco. En lo que deduzco que es un teléfono hay una capa de dos o tres dedos de polvo, más o menos igual que en el resto de muebles. Avanzamos con precaución, Jessica se queja de que puede haber ratas y eso nos mete el miedo en el cuerpo. Aunque no nos topamos con ninguna, si hay bastantes arañas.

Aunque no es un piso muy grande tiene una cocina, dos dormitorios con sus cuartos de baño (horror, tendremos que compartir con Jessica), un salón comedor y una terraza con vistas al mar.

Nos reunimos en el salón y nos sentamos en el sofá, que volcamos entre todos para que el polvo caiga al suelo. Allí, Christian, que ha tomado el mando de la situación, nos ordena que limpiemos los dormitorios y los baños. De la cocina y el resto de la casa nos encargaremos mañana y pediremos una pizza que comeremos en la terraza, que es la “habitación” más limpia.

Como nadie quiere hacer los baños decidimos echarlo a suertes y le toca a los chicos.

Nosotras tres nos ponemos a limpiar los dormitorios y como no hay sábanas limpias podemos unos chaquetones que hay en un armario para taparnos. Al final, entre todos hacemos un buen trabajo. Para cuando llega el repartidor de Telepizza ya casi hemos acabado.

Trae dos pizzas cuatro estaciones, las mejores que he probado en mi vida, más que nada porque nunca antes había comido pizza. Las monjas decían que no era sano.

Cuando terminamos con la comida están todos agotados, aunque yo  estoy más bien histérica. Tengo la sensación de que va a aparecer la policía de un momento a otro.

Los demás se van a acostarse, aunque Axel y yo nos quedamos en la terraza. Para un día que no tengo obligación de acostarme temprano…

Como dice la canción: Si la vida son dos días y uno llueve ponte un impermeable, se amable, que la juventud no vuelve.
----------------------------------------------NOTA DE LA AUTORA---------------------
Hola, gentecilla! Hoy no voy a soltar tanto rollo como siempre, no se me ocurre nada que decir.
La canción es Quiero ser feliz, de Haze. Vuelvo a tener la duda de si la he puesto antes o no.
En fin, espero q os haya gustado y muchas gracias por leer la historia :)

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